La ceremonia del Shuni-e (O-Mizutori)
La ceremonia del Shuni-e en el pabellón Nigatsu-dō, más conocida por el nombre de O-Mizutori, se celebró por primera vez en el año 752 por parte de Jitchū, el principal discípulo de aquel Rōben que fundó el Tōdai-ji. La del año 2022 supone la ceremonia número 1271. La ceremonia consiste en un rito de penitencia por el cual se expresa ante la imagen de la Kannon de once cabezas el arrepentimiento por nuestras malas acciones. Debido a los tres grandes venenos del espíritu (la codicia, la ira y la maledicencia) cometemos una gran cantidad de ofensas que se acumulan en nuestro interior y que, a la vez que nos impiden ver la verdad, nos enferman. La ceremonia busca que, mediante el arrepentimiento, se purifique nuestro espíritu y nos aparte del mal, trayéndonos la felicidad.
En sus inicios, la ceremonia del Shuni-e era un rito religioso en favor del pueblo y el Estado. Se consideraba que los desastres naturales, las epidemias o las revueltas eran una enfermedad del Estado y por tanto se llevaba a cabo este rito con objeto de apartar estas enfermedades y con ello pacificar el país y el clima, favorecer las cosechas de cereales y traer felicidad al pueblo. Debido a su importancia, el Shuni-e es la única ceremonia del templo que se ha mantenido de forma ininterrumpida, a pesar de las destrucciones parciales que el complejo ha sufrido a lo largo de su historia. Ahora bien, puesto que el rito se dedica a la buena salud del país y del pueblo, se vuelve necesario un grupo especial de oficiantes de cara a que la ceremonia tenga la envergadura adecuada. Debido a ello, participan en la misma un gran número de monjes, que reciben el nombre de Rengyōshū. En la actualidad son once y se reparten sus papeles de la siguiente manera. Los cuatro oficiantes principales son: el Wajō, que alecciona sobre los preceptos budistas de la ceremonia; el Daidōshi, que lidera el conjunto entonando las plegarias budistas y marcando el contenido y el ritmo; el Shushi, encargado de acotar el espacio ritual y entonar los daranis (fórmulas místicas) mientras hace mudrās (gestos simbólicos) con sus manos; y por último el Dōtsukasa, que se asegura de que la ceremonia se desarrolle de manera adecuada y se encarga de las cuestiones accesorias. Los otros siete oficiantes reciben el nombre de Hirashū y además hay una serie de personas que ayudan a los oficiantes por lo que el número total de implicados está en torno a las treinta personas. Los Rengyōshū expresan su arrepentimiento en representación de la población y rezan a Kannon por su prosperidad, actuando como intermediarios.
En la tarde del 28 de febrero, los Rengyōshū se trasladan a las celdas de reclusión bajo el pabellón Nigatsu-dō, donde vivirán todo el tiempo que dure la ceremonia, que se prolonga durante dos semanas, divididas en dos periodos de siete días. A su vez, cada día de la ceremonia se divide en seis períodos, conocidos como Rokuji no gyōbō (los seis momentos de observancia). Los sutras que se cantan en cada una de estas ocasiones son diferentes, también en extensión y ritmo, por lo que, en cierto modo, el conjunto puede considerarse como un tipo de música budista.
Durante el rito de observancia de la primera noche se lee el registro de los nombres de las deidades kami, conocido como Jinmyō-chō, una práctica de orígenes remotos. Se dice que cuando Jitchū llevó a cabo este rito en la primera de las ceremonias, la miriada de deidades aludidas se apresuraron a acudir al Nigatsu-dō para rezar por el éxito de la ceremonia y ofrecer su protección, pero una de ellas, O-nyū Myōjin de Wakasa se retrasó porque estaba pescando y llegó uno de los últimos días. Entonces, emocionado por la ceremonia, prometió que, como muestra de arrepentimiento por su tardanza, traería agua sagrada, que fue transportada en un gran recipiente por dos cormoranes, uno blanco y otro negro. De aquí procede el nombre de O-Mizutori (la ofrenda de agua) para esta ceremonia, ya que en la medianoche del duodécimo día se ofrece agua sagrada a Kannon.
Además, durante las dos semanas que dura el total de la ceremonia tienen lugar por parte de los Rengyōshū toda otra serie de ritos muy vistosos que retrotraen al visitante al mundo de hace 1250 años.